LOS INICIOS
Allá por septiembre del año 2020 nacía el que, hasta ahora, es nuestro producto más vendido (y por el cual muchos nos reconocen): el alfajor de avellanas.
Como les conté en la entrada anterior, yo, Carlita, soy intolerante al gluten desde hace más de diez años y vegana desde hace cinco. Como imaginarán, en Tafí del Valle —donde vivo— conseguir alimentos que cumplan con ambas características es muy difícil... mejor dicho, imposible.
Por ese entonces, recién estaba saliendo de una crisis existencial y angustiosa: la pandemia había cambiado toda mi vida y mis planes. Tenía algo de tiempo y muchas ganas de cocinar, así que decidí encontrar una solución para mis antojos, que no estaba pudiendo saciar.
Empecé a investigar y probar recetas de tapitas para alfajores, procurando que fueran lo más saludables posible. Así fue como decidí usar harina de nuez (que en Tafí abunda) y solo azúcar mascabo. Luego vino el momento de pensar en el relleno. Y ese fue un punto crucial, porque para muchas personas "alfajor" es sinónimo de dulce de leche. Y si bien existen varias recetas veganas de ese clásico, no estaba dispuesta a perderme la oportunidad de innovar con algo menos común.
Primero probé con dátiles, pero su textura no me convencía, a pesar de ser riquísimo (y de tener la aprobación de mi vecino catador que, con los meses, se convirtió en mi novio... yo digo que esos alfajorcitos lo conquistaron jajaja).
Entonces me acordé de que mi hermana Sil me había mencionado una vez una crema de avellanas, y ahí pensé: ¿por qué no una nutella vegana y artesanal? La hice... y fue amor a primera probada.
En ese momento, junto con mi hermana y mi cuñado, teníamos un mercadito saludable, así que fue el primer medio por el cual me animé a venderlos (y sí, ya se imaginan quién fue el primer cliente: obvio, mi novio). Quienes los probaban no podían creer que ese alfajor no solo era libre de gluten, sino también vegano. Y así pasé de vender 24 alfajores semanales a 48 en cuestión de un mes.
LA RECETA NO ERA LA DEFINITIVA
Durante esas primeras semanas pasé bastante estrés con la receta original. A veces las tapitas salían bien, y otras... un desastre. Me di cuenta de que el margen de error estaba en la materia grasa que usaba: aceite de coco (por entonces tenía cero conocimiento sobre lo que implicaba hacer pastelería vegana). Así que decidí reemplazarlo por pasta de maní, y hacer un par de ajustes más.
El relleno también fue mutando con el tiempo: al principio usábamos bastante azúcar, pero de a poco empezó a disgustarnos su sabor, así que la redujimos en un 30%. Además, eliminamos la leche vegetal, que era lo que impedía que el alfajor tuviera buena durabilidad —sobre todo en lugares más cálidos.
EL PACKAGING, UNA CASUALIDAD
Una de las cosas que más distingue a nuestros alfajores es su envoltorio y su color. Y me gusta contar que eso no fue deliberado, sino una casualidad.
Tenía que hacer la primera entrega de alfajores y, el día anterior, todavía no tenía definido el envoltorio. Salí por la tarde, casi de noche (detalles que no me olvido), y fui al negocio más surtido de Tafí a buscar papel barrilete blanco. Como suele pasar, no había. Así que no me quedó otra que llevar el único disponible... ¡y coincidía con nuestro logo!: el rojo.
A veces, las cosas que no salen como las planeamos, salen mejor. ¿No?
EL GRAN SALTO
Antes de la temporada de verano 2021 ofrecí vender mis productos sin gluten en Flor de Saúco, la casa de té más conocida de Tafí del Valle. Y así fue como llegaron a personas que no vivían acá y que empezaron a buscarlos, recomendarlos, pedirlos en sus dietéticas de confianza, etc.
Empezó la fiebre por los alfajores, y ya no podía hacerlos sola, así que busqué ayuda. También dejé de trabajar en la tienda saludable y decidí darle forma a lo que hoy es Alpiste comiste.
Como siempre digo: el alfajor de avellanas es mi mayor y mejor creación.
Nos onorgullece saber que es el primer alfajor libre de gluten y vegano de Tucumán, de producción artesanal, y que se ganó el corazón no solo de las personas celíacas y/o veganas, sino hasta del más escéptico.
Lo que vendíamos en una semana, ahora lo vendemos en medio día a través de nuestro mostrador, dietéticas tucumanas y cafeterías.
Y lo mejor: no solo mantuvimos la calidad y el trabajo artesanal, sino que lo mejoramos para ofrecer una experiencia aún más rica y satisfactoria.
Si todavía no lo probaste, te animamos a que lo hagas. ;)